Este año me he propuesto (o me han propuesto, porque fue cosa del LAST WORD OF THE YEAR CHOICE – fin de la voz magnánima) jugar la saga Ninja Gaiden entera. Solo había jugado el segundo muchas veces, así que era momento de ver qué más tiene la saga por ofrecerme, jajaja.
La experiencia con el original de NES ha sido muy satisfactoria. La verdad es que me lo esperaba más difícil, pero realmente no me volvió panera hasta la penúltima fase 😛
Es verdad que los enemigos respawnean si se te ocurre pestañear y que se mueven más erráticos que un adolescente por Barcelona, pero nada que no haya visto en otros títulos de la época. Hasta ahí bien.
Lo que añade dificultad real al juego es el contrarreloj. En las primeras fases no afecta, pero en las últimas… un mal instasave y te has vendido. Hubo una fase que la pasé con 1 segundo restante. ¡My goddo!
El gameplay en sí no me ha parecido tan destacable, aunque sin duda es tan divertido como injusto. Lo que sí me ha sorprendido muy gratamente son las «cinemáticas» (entiéndase, la imagencita y su texto debajo). La historia se desarrolla con mucha intensidad y buen ritmo. Y, aunque no es nada que te vuele la cabeza, de algún modo impresiona la profundidad de la misma, con tantos personajes y tantos giros en la trama. En ese sentido le va dos pasos por delante a la mayoría de juegos de acción de su generación.
A todo esto, la versión de la NES Mini no tiene censuradas las referencias judías, ¡ups! 🙂
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